“Toda la riqueza del país en sus
distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés
general” (Constitución Española, artículo 128).
El esfuerzo histórico
por conseguir alcanzar el bien común se enfrenta con la realidad de la
situación actual en que se intensifica el dominio del sistema de privilegios
sociales y económicos. La crisis que nos angustia a la mayoría, provocada por
la codicia de los que dominan el mercado global, está siendo aprovechada para
desmantelar el estado del bienestar conseguido con el esfuerzo colectivo a lo
largo de los tiempos.
La eficaz propaganda
de las tendencias neocons de las últimas décadas, programadas en los centros de
creación de ideas (los llamados think
tanks), arraiga en las masas populares, que aceptan la idea de que el estado
del bienestar es insostenible y, como consecuencia, la justa esperanza de ver
reducirse la brecha entre pobres y ricos es defraudada sistemáticamante. Se
presentan en su doctrina como irrenunciables paladines en defensa del poder
eclesiástico, muy alejados del humilde modelo del amor fraterno universal, como
correspondería a un buen creyente: la bondad como impulso y fin del bienestar
social.
Un liberalismo radical
partidista relega el papel del Estado a un segundo plano, lo utiliza para
proteger al sector privado, cuyos intereses comparte, y sustrae las mejoras
sociales a los ciudadanos que, sobre todo los que tienen menos recursos, ven
mermada su posibilidad de acceder a los servicios esenciales. La consiguiente privatización
de los servicios públicos basa su eficacia en el beneficio económico, por lo
que el interés del ciudadano pasa a ser secundario.
El modelo de recortes
sociales es el que desde la Unión Europea se exige cumplir y que, tan
obedientes, se aplican en imponer los oligarcas, cuando muchos analistas
coinciden en que es el modo más insolidario e ineficaz para atajar la crisis.
El modelo es la ruina de la democracia pero, y este es el núcleo de la intencionalidad
política que se nos oculta, camina hacia el triunfo de la plutocracia
representada políticamente por las fuerzas más conservadoras sin excluir la
prostituida tercera via de la socialdemocracia. Todo ello con el visto bueno
suicida de la mayoría de los electores que no quieren ver quienes protegen los
intereses de los ricos, que salen airosos de todas las crisis al disfrutar de
sus privilegios económicos nunca amenazados por una fiscalidad progresiva que
ningún gobernante se atreve a implantar.

Es oportuno resaltar
el ejemplo de gestión comunitaria y cooperativa de un pueblo andaluz:
Marinaleda. Es un buen ejemplo, pese a quien le pese, del modelo de economía
desglobalizada y de economía solidaria y del bien común. Hasta en el
“nobilísimo” Cayetano de Alba, en apariencia, produjo una efímera admiración,
sin más trascendencia, claro.
¡Magnífica esta entrada! Entre tantas ideas interesantes, quiero resaltar una que aparece y que yo también me he planteado recientemente: con la excusa de la crisis, los grupos dominantes están desmantelando el estado del bienestar, quieren una sociedad tal y como estaba hace más de cincuenta años, y muchos creemos que hay en todo esto un trasfondo ideológico bien programado.
ResponderEliminarPienso que, si somos más conscientes de estas maniobras, podemos empezar a salir de esta oscuridad.
Muchos seremos los que mañana, día 19 de julio, saldremos a la calle de manera pacífica para reinvindicar lo que es justo.
Juntos podemos hacer mucho.
Este gobierno está aplicando parches, en vez de soluciones de verdad, si en vez de perdonar a los que defraudan, los persiguieran y los obligaran a que saliera a la luz todo ese dinero negro, y subieran los impuestos a los que más tienen, a los que si no tienen cash, pueden hacer como la Baronesa Thyssen, venderse un cuadro o venderse la finca que ocupa medio pueblecito andaluz, y llorar un poquito por tener que deshacerse de parte de su patrimonio, pero que a pesar de todo seguiran brindando con Moët Chandon por el buen negocio que han hecho, y no hacer pagar a los pobres que se estan preguntando cada día si este mes van a poder pagar la hipoteca de un piso que un tasador hace cinco años, tasó en un precio y que ahora el mismo tasador, ha tasado en la mitad. Pero ya que el gobierno no lo hace, tendremos que hacer algo el pueblo. Saludos
ResponderEliminar¡Qué razón lleváis las dos! Casi todo el mundo está viendo la política errante que está aplicando el gobierno. Hay que hacerle ver en la calle que ese no es el camino y que sí hay alternativas.
EliminarFenomenal entrada en la que, de nuevo, pones el dedo en la llaga de forma certera, explicando magistralmente –de manera concisa y clara- una realidad político-social que estamos padeciendo.
ResponderEliminarOjalá la lea mucha gente y se genere un pensamiento crítico que nos impulse a actuar. (Tu espíritu libre, inquieto y crítico nos anima a ello).
He oído a quien espera que pasen cuatro años y haya nuevas elecciones. Pero, ¿acaso podemos esperar?. hay que empezar a actuar ¡ya! Porque para entonces se habrá desmantelado, por completo, el Estado de bienestar, el Estado como velador y garantía de los derechos del ciudadano, de los más desfavorecidos, quedando sólo un Estado “valedor” de los poderosos.
Estupendos los enlaces que pones ayudándonos a contactar con iniciativas de acción.
De nuevo agradezco tu generoso y comprometido comentario, Alondra. En efecto, los enlaces pretenden facilitar algún modo de actuar. A ver si ese Frente Cívico llega lejos y es capaz de crear sinergías con tantos otros movimientos. Esa unión alcanzaría la fuerza suficiente para que la rebeldía contra el sistema fuera eficaz.
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