Hoy, 25 de noviembre, se celebra el
Día Internacional contra la violencia de género hacia las mujeres. Debe
significar un esfuerzo de toda la sociedad por cambiar el signo de la cultura
basada en la tradición ancestral de considerar al hombre superior a la mujer.
Es verdad que una lucha de decenios ha conseguido el reconocimiento legal de la
igualdad, pero en la mente de muchos y muchas permanece la idea de que es
natural el dominio del macho sobre las mujeres. Eso permite que en el hogar, en
el trabajo, en las instituciones y en las relaciones cotidianas, aun se
considere normal que se violen los derechos de igualdad que las leyes les reconocen.
Además de manifestarse y denunciar
los casos de violencia de género, hay que mantener un esfuerzo constante para
desterrar las prácticas discriminatorias que sutilmente perpetuamos a través del
lenguaje, de los comentarios y de las opiniones. Esto no hace sino alimentar
los crueles sentimientos de los machistas violentos que descargan sus instintos
canallas sobre las que consideran como de su propiedad.
Tiene que llegar el tiempo en el que
esta pesadilla que padecen las mujeres y los hijos haya desaparecido para
siempre. La educación de las nuevas generaciones ha de alcanzar vivir con la clara idea
de que todas las personas, sin distinción de sexo, raza, creencias o
condiciones individuales, tienen los mismos derechos. Y esas ideas han de
reflejarse en la actitud que impere en la convivencia.
¡Estupenda entrada! Me parece muy acertado lo que se dice acerca de los comportamientos aparentemente neutros y que generan sexismo y discriminación. La educación es, en esto, como en todo, fundamental. Entre todos y todas podemos erradicar de una vez tanto machismo y tanto sufrimiento.
ResponderEliminarExcelente entrada que, de manera concisa pero muy clara, expone lo conseguido en materia legal respecto a la violencia contra la mujer y los derechos de ésta y, a su vez advierte de lo que aún queda por hacer.
ResponderEliminarLas leyes son imprescindibles, pero no cambian el pensamiento ni los sentimientos que vienen –como se dice en la entrada- de una tradición ancestral, (lo que me ha hecho recordar un proverbio eslavo que dice: “La gallina no es un pájaro. La mujer no es un ser humano”. ¿Cabe mayor desconsideración y desprecio hacia la mujer?
Estoy totalmente de acuerdo en que la educación es la que debe llevar a las nuevas generaciones al respeto de los derechos de todas las personas sin distinción alguna. Una educación que no se limita a las aulas sino que se expande a todos los aspectos de la vida y a todos y cada uno de nosotros (conversaciones, modos de actuar, opiniones, refranes….)
¿Cómo atajar e impedir que muchas adolescentes reciban en su móvil insultos de sus parejas, también adolescentes, y que no les den la menor importancia?
Solo con la educación y el convencimiento –a través de ella- de que la mujer no es “propiedad del macho”, ni inferior al hombre y que todas las personas, por el mero hecho de serlo, deben ser respetadas, así como sus derechos.
Y hay que empezar ¡ya! Porque la tarea es inmensa. ¡Ánimo!
Como siempre, vuestros comentarios tienen la virtud de completar lo que le falta a mis palabras. A ver si os animáis y editáis vuestra propia entrada para bien de quien os lea.
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