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Palacio del Sur |
El tema del Palacio de
Congresos está resultando una broma más “a la cordobesa”. Más de diez años
dándole vueltas al mismo asunto para, después de gastar nada menos que diez
millones de euros –¡cuántos problemas sociales resolverían!– desechar el
proyecto del Palacio del Sur de Rem Koolhaas, como acaban de confirmar las autoridades municipales.
No estaba mal la idea de integrar la margen izquierda del río al proyecto
cultural de la ciudad; es una pena que no se aprovecharan los tiempos de “las
vacas gordas”.
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Pabellón Cajasur |
La nueva propuesta no
sabemos qué intereses esconde: el Pabellón Cajasur –la obra de un megalómano–
se halla en un lugar marginal acosado por la actividad industrial y ferroviaria
en el que hay que invertir unos cuarenta millones de euros.
Cabría preguntarse si el
actual Palacio de Congresos no cubre con suficiencia el nivel de actividad
congresual y cultural que se desarrolla en Córdoba. Pero si de lo que se trata
es de que hay garantías de que con un
edificio nuevo la ciudad se haría más atractiva para ferias y congresos
nacionales e internacionales, conviene pensarse bien el cuánto, el cómo y el
dónde. Tal y como nos está tratando la crisis más valdría preguntarse también el cuándo.
Desechado el mejor de los
proyectos y el lugar más idóneo, temiendo que se decidan por la peor opción, me
atrevo a echar más leña al debate porque creo que me motivan argumentos
razonables para exponer mi idea.
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Antiguo Silo |
¿Conocen el edificio del
antiguo Silo? Es un soberbio y sólido edificio de doce plantas de los años
cincuenta que lleva varias décadas en desuso, situado en el poniente norte, una
de las zonas con más futuro de la ciudad, en el entorno de la estación del Ave.
Posee tal cantidad de espacio que, con las reformas adecuadas, podría albergar,
además de aparcamientos, un gran salón de congresos y celebraciones feriales,
varios salones menores, sala de exposiciones y hasta la posibilidad de dedicar
las plantas altas para hotel.
Sigue perteneciendo a la
Administración del Estado por lo que, si algún arquitecto audaz se atreviera a
proyectar su adaptación, posiblemente se tendría un buen complejo congresual
con los cuarenta millones que quieren gastarse en un bodrio.