23 feb 2012

La Huerta de la Reina, un barrio entre trenes

Quiero convertir este post en un homenaje al barrio cordobés donde me crie, el de mayor tradición ferroviaria: La Huerta de la Reina. Es también un buen pretexto para venerar la memoria de mi padre, que gozando del aprecio general y de un buen empleo en el cuerpo de Correos en Cádiz, fue “trasladado por necesidades del servicio” –fórmula habitual para encubrir un destierro cuando no había justificación administrativa, civil o penal– a Córdoba al terminar la Guerra Civil, por “frecuentar amistades poco recomendables de la izquierda gaditana”. Solo fue el preámbulo de una depuración política que acabó con su expulsión del Cuerpo para siempre tras una burda trampa seguida de falsas acusaciones. Por eso me duelen y no me olvido de tantas víctimas inocentes –desde el rojo hasta el azul– de todas las guerras y de las persecuciones religiosas o políticas.

Fueron tiempos muy duros para mi familia. Tuvimos que soportar el robo de nuestra dignidad; nos dominó un miedo crónico a sentirnos vigilados y un penoso complejo de inferioridad por la humillación y el empobrecimiento. Recuerdo esos años cuarenta como el arte de sobrevivir en la cuna del hambre. Pero la infancia siempre será el paraíso del juego. Hemos jugado entre trenes y gozado de las frescas huertas de la falda de la Sierra, sobre todo en el tiempo de las habas. El canal era nuestra piscina y Las Ermitas nuestro Everest. El Cañito Bazán, La Palomera o El Puente de Hierro eran incomparablemente más divertidos que todos los parques temáticos de hoy. Eran tiempos en los que todavía se veían venir de la Sierra –casi virgen– a los piconeros con sus borriquillos cargados con el picón recién hecho. Hoy la Sierra es un mar donde “se ven varadas mil barcas”: es el tributo que se paga al progreso.

Aún recuerdo como algo heroico mi primer viaje en el tren de la Sierra a través de la estación de Cercadilla hasta El Vacar, con dos locomotoras jadeando cuesta arriba hasta más allá de La Balanzona –en el barrio veíamos bajar la segunda locomotora sola tras abandonar el convoy en la zona menos pendiente camino de Cerro Muriano–. Ha sido una línea con graves accidentes. Prestó servicio de pasajeros hasta finales de los sesenta y hasta los años ochenta ha servido para transportar vehículos militares y tropa al campamento. El tramo alto de la línea se utilizó para suministrar carbón a la central térmica de Puente Nuevo.

Hoy, ¿quién me lo iba a decir?, ofrezco este vídeo en el que se muestra el último viaje, que protagonizaron los Amigos del Tren por esta línea en mayo del noventa. Ahí comenzó su abandono y decadencia por obra de la Naturaleza que juega su juego implacable como tendremos ocasión de comprobar en la próxima entrada.
El Puente de Hierro

Para los chavales del barrio que antaño frecuentábamos los pasos a nivel de las Margaritas, de la calle Doña Berenguela, de El Brillante, de Santa Rosa o los tramos acera Tomás de San Martín (hoy avenida Tenor Pedro Lavirgen), Huerta de San Rafael (por donde actualmente discurre la avenida Escultor Fernández Márquez), Chinales, Mirabueno, Puente de Hierro... este vídeo representa un viaje de quince minutos a la nostalgia.



  La próxima entrada tratará sobre la propuesta de una Vía Verde en esta línea  

7 comentarios:

  1. Felicidades por este post tan personal y por mencionar al abuelito, que aunque no llegue a conocerlo, gracias al cariño con el que tanto mi madre como tu y la tita nos habeis hablado de él, habeis conseguido que le queramos los 4 nietos como si hubieramos compartido con él las anécdotas que nos habeis contado siempre.
    Un beso.

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  2. Creo que hace tiempo que se merecía este recuerdo.
    Un abrazo, Mar.

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  3. ¡Preciosa entrada! Y por supuesto, me uno a Mar en el recuerdo al abuelo, que yo tampoco conocí en persona, pero sí por vuestras referencias.
    Emocionante recuerdo también el de la Huerta de la Reina, y puedo decir que, aunque yo no haya vivido en ella, sí me vienen a la memoria las veces en que, siendo yo muy pequeña, íbamos a visitar a la abuela. También en mi mente, por fotos, y por las conversaciones familiares, aflora la visión de aquel Cádiz de entonces. Quizás, y por una misteriosa e invisible relación, desde siempre me ha atraído mucho el Cádiz de ahora, de hecho, tengo actualmente buenas amistades allí, y me encanta ir siempre que puedo.
    Hermosa visión también de otros lugares de Córdoba, visión llena de reivindicación y de fuerza.
    ¡Enhorabuena por todo!

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  4. Muy emotiva y entrañable esta nueva entrada con el recuerdo a tu padre. Sin duda hay que reivindicar a personas así.
    El poema, precioso; con la nostalgia de un pasado que aún pervive en el recuerdo de quienes lo conocimos.
    Simpática, emocionante, reivindicativa, vital y llena de fuerza esa referencia a otros lugares y a vuestro "particular" Parque Temático de la infancia.

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  5. Ambas entendéis bien todo el sentimiento que contiene este nuevo post. Por un lado, el mundo de la infancia que ya ni está ni se le espera como no sea como ahora, en el recuerdo; por otro,la necesidad de reivindicar la memoria de personas tan rotundamente buenas como mis padres, pues ellos sufrieron por igual las consecuencias de una guerra fratricida.

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  6. He leído un párrafo que has agregado a la entrada y supongo que, verdaderamente debieron ser tiempos malos y difíciles en los que toda la familia os sumiríais en un sentimiento -además de miedo, como tú indicas- de coraje e impotencia al ver que, con malas tretas y sucios ardides, os quitaron todo incluida la dignidad.

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    1. Eso es, Alondra, quise completar la idea que tú bien observas. Fueron tiempos muy dramáticos y que han tenido consecuencias muy importantes a lo largo del tiempo.

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