9 feb 2012

Los patios de Córdoba (1)

Parece que ahora va en serio la candidatura de los patios de Córdoba para conseguir la declaración de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Hoy se presenta un nuevo informe mejorado. Menuda polémica surgió el otoño pasado como consecuencia de la retirada de la misma. Las asociaciones vecinales, necesitadas del reconocimiento y del apoyo económico, criticaron la falta de profesionalidad de los políticos en la redacción y presentación de dicha candidatura.

A posteriori aparecieron algunos comentarios y análisis en la prensa local (Diario “Córdoba” 30/11/2011 y 1/12/2011, entre otros) casi todos interesantes, con la pretensión de aportar sentido común y acertadas reflexiones  sobre el carácter genuino de nuestros patios populares, su pasado, su presente y su futuro.

AÑO 1933
Francisco Solano relataba que “las fiestas en los patios eran privadas, promovidas por los propios vecinos”; a partir de ahí hizo un jugoso recorrido histórico desde los años treinta hasta nuestros días, valorando el Festival de los Patios Cordobeses de los años cincuenta, que desbordaban el ámbito de los propios patios para convertirse en la celebración de un amplio programa de espectáculos por toda la ciudad. Finalmente, cree que el deseado título no debe conseguirse a costa de convertir la fiesta de los patios en un parque temático.

Carmen Calvo escribía: “Córdoba debe dejar de presentarse a tantas evaluaciones, nuestro tajo y compromiso en la cultura –más que un depósito del pasado, un préstamo del futuro– es proteger y disfrutar lo heredado, poniéndolo al día”.

El poeta Carlos Rivera apuntaba, entre otras cosas “No hace falta que se declare oficial lo que es evidentemente bello y único como esencia de una ciudad”. Y añadía: “Difundir esa belleza de los patios es proyecto para filósofos, poetas y alquimistas y no una promoción de turoperadores”. Y terminaba diciendo:”Los patios, en su dispersión por el casco histórico, deben ser así reconocidos [por la UNESCO] no como un proyecto sino como toda una filosofía de la ciudad que los contiene”.

Veamos ahora la opinión de Blanca Ciudad, que lleva viviendo “más de veinte años” en uno de esos patios. Ella nos pregunta: ¿Qué cordobés o cordobesa sabe definir la fiesta de los patios? Los intentos de definirla “en formato papel, fotografía y audiovisuales han fracasado”. Es favorable a que hayan retirado la candidatura porque hacen falta conocimientos más profundos hasta llegar a presentir las vivencias de sus moradores y el valor histórico-artístico de sus moradas formando parte esencial del legado cultural cordobés.

Creo que el mejor conocimiento de esa realidad me lo facilitó la sabiduría popular de la vecina de más edad de uno de los patios que aún se resisten a desaparecer: hablo del patio de la calle Marroquíes.

PATIO CALLE MARROQUÍES
Fue una comunidad de vecinos humildes ubicada en lo que se construyó a partir de un gran solar –en otros casos se ocuparon decadentes casas solariegas– por yuxtaposición de viviendas familiares modestas, por lo común de dos estancias (comedor-estar y dormitorio) conformando un gran patio de forma irregular con servicios comunes: cocina, lavadero, pozo, retrete… con arriates y paredes para inventar el más maravilloso jardín de pobres que se pueda imaginar. Esto marca una de las notables diferencias con el sistema de las corralas y no es nada parecido al corralón que acogía el chabolismo de la posguerra en nuestra ciudad.

PATIO CALLE PARRAS
Algunos patios similares permanecen cerrados o ya han desaparecido: La Casa de paso de La Lagunilla; el de Maria Auxiliadora; la antigua “Casa de los Muchos” de Acera de Guerrita, el de calle Albucasis… Otros aún sobreviven, ocupados por las asociaciones o por los últimos vecinos de más edad que están siendo testigos de su evolución, en barrios como San Basilio, San Lorenzo, San Pedro, San Agustín, La Magdalena, La Judería... Hay, de entre los centenares de patios cordobeses,  varias decenas que abren sus puertas al público en las fiestas de mayo; la mayoría son unifamiliares o están habitados por pocos vecinos que se esfuerzan por mantener las formas antiguas. La tradición también trata de mantenerse en casas nuevas.

Si nos preguntamos con criterio antropológico si la función de los patios antiguos permanece intacta, tenemos que decir que no. El pozo –motorizado, en el caso referido– se usa para regar las plantas, pero la cocina, el lavadero y el retrete solo quedan como testimonio de las carencias que venían padeciendo los vecinos en el pasado, cuyas penurias se compensaban con fuertes lazos de vecindad, casi familiares, y sabiendo convertir las celebraciones y fiestas en acontecimientos revitalizantes, catárticos.

PATIO DE MARROQUÍES
Hoy, los pocos vecinos que quedan en Marroquíes han construido, con sus pocos recursos y sin ayuda, su pequeña cocina y su cuartito de aseo, a veces reduciendo su propio espacio habitable. La señora, cuyo nombre no estoy autorizado a revelar, se lamenta de que no reciben ayuda ninguna por parte de las instituciones (solo si tienen suerte y ganan algún premio). Con su exigua pensión de viudedad y sus muchos “achaques” hace lo que puede, con el ánimo y el apoyo que recibe de una maestra que acude cada tarde a su taller artesanal (hay varios artesanos, aunque no todos colaboran). Entre los más responsabilizados cuidan el amplio patio, riegan y miman las plantas y atienden con suma amabilidad a quienes se interesan por la vida de la comunidad. Pero los lazos afectivos que antaño contribuían a superar los malos momentos, se han debilitado o tienen otro carácter y las fiestas se reducen a preparar el patio cada año con toda la ilusión para exhibirlo con orgullo a los visitantes y, si hay suerte, obtener un premio con el que cubrir parte de los gastos.
  Continuará (y 2)  

3 comentarios:

  1. ¡Emociante y vital la entrada de hoy! Se hace además un estupendo recorrido cultural y antropológico de lo que ya es, en la práctica, patrimonio de todos, aunque esperamos, por supuesto, que lo sea también oficialmente.
    Me resulta también muy interesante el enfoque humano que se le ha dado a este precioso tema de los patios: las personas, su cultura, sus reivindicaciones. Desde aquí doy mi enhorabuena y mi ánimo a esa señora del patio de la calle Marroquíes y a todos y a todas los que se esfuerzan por estar en armonía con este entorno, dedicándole su vida y su trabajo. Y gracias a esta entrada y a este blog nos hemos podido asomar un poco más a esta realidad.

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  2. ¡Muy buena esta entrada! Estoy totalmente de acuerdo cuando afirmas que los vecinos han logrado el más maravilloso jardín de pobres conocido. (No sé si podría ser una definición o no, pero me encanta). Además, es un pequeño jardín botánico pues, si alguien quiere estudiar la diversidad de plantas, encontrará un sin fin de ellas: unas autóctonas y otras traídas de lejos y adaptadas al nuevo hábitat con mucha paciencia y tesón.
    Antonio Gala decía que la fiesta de los patios solo se podía dar aquí y no con los patios de otras ciudades porque, esos, son otra cosa y en Córdoba es algo especial.
    Muy interesante tu conversación con la señora de Marroquíes y lo que relatas de las viviendas.
    Comparto con Puri de Córdoba que los patios son ya patrimonio de muchos, pero deseamos y esperamos que lo sean oficialmente.
    Sería el reconocimiento que merecen todas esas personas que, durante todo el año, trabajan, cuidan y miman el patio para disfrute y deleite de quienes lo visitan.
    Alondra.

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  3. Tanto P. de C. como Alondra estáis demostrando una sensibilidad especial hacia los patios como valor cultural y humano, al margen de la valoración que se haga desde otros puntos de vista.

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