26 mar 2014

Las Marchas De La Dignidad


Quienes estuvieran en Madrid el pasado sábado 22 de marzo, el llamado 22M, difícilmente evitarían sentir una emoción profunda al saberse pacífica, amable y familiarmente unidos a cientos de miles de conciudadanos que, superando un ancestral miedo, pedían con una sola voz, “pan, trabajo y techo para todos y todas”, “no pagar la deuda ilegítima”, contraída para salvar a la banca de las deudas que contrajo por su ambición y descontrol, “no más recortes” que empobrecen a los más pobres, y “contra la Troyca”, que ha impuesto las políticas neoliberales de la austeridad a los de abajo para mantener el enriquecimiento de los de arriba.

Con estas exigencias legítimas por arma, fueron confluyendo las marchas procedentes de toda España en Atocha para dirigirse a la plaza de Colón. Antes de las cinco de la tarde, una inmensa marea multicolor, con la alegría y el entusiasmo propios de una fiesta de reivindicación popular, inició paso a paso su camino entre pancartas, carteles y lemas proclamados a viva voz.  Los miembros de unas trescientas asociaciones, además de familias enteras y personas de diferentes edades y procedencias se enfilaban cada vez más apiñados por el Paseo del Prado.

A pesar del orden escrupuloso con que se marchaba, un familiar empezó a sentir claustrofobia y nos vimos obligados a salir como pudimos pero sin ser obstaculizados, para acceder a Cólón por las calles Alfonso XII y Serrano. Tuvimos la suerte de llegar al Jardín del Descubrimiento, anexo a la plaza de Cólón, y colocarnos a escasos diez metros del lateral del escenario desde el que ya se estaban manifestando por la megafonía las reivindicaciones que motivaron y justificaban las marchas. Faltaba mucho para las seis de la tarde. Allí había personas muy mayores, familias con niños pequeños, algunos marchantes que nos dieron la mala noticia de que la guardia civil estaba parando a muchos autocares a las afueras de Madrid con el pretexto de hacer registros rutinarios, y coincidimos con miembros del cuerpo de bomberos de distintas ciudades que se unieron a las marchas porque se consideraban “Bomberos quemados”.

Una enorme marea seguía llegando a la plaza mientras en el escenario el coro Solfónica (que toma ese nombre porque lo creó el 15M de la Puerta del Sol) entonaba cantos a la libertad y a la justicia. Las arengas y los lemas se sucedían coreados y aplaudidos por la multitud. Hubo un sorprendente momento en el que desde la organización se pidió: “Compañeros, por favor, continúen hacia la Castellana para dejar sitio a otros compañeros que aún se encuentran en Atocha sin poder salir”. Casi dos horas después del inicio de las marchas, un espacio de dos kilómetros se había colapsado. La misma voz, creo que de la periodista Olga Rodríguez, anunció: “Compañeros, ¿sabéis cuántos somos?”… “¡Dos millones y medio!”. Sin duda era una cifra demasiado optimista, pero muy superior a los treinta y tantos mil que estimó la policía. Otras fuentes calcularon que pasó del millón.

Pasadas las siete, para no perder el tren, decidimos volver por donde habíamos venido, eludiendo encontrarnos con las marchas que aún seguían casi bloqueadas. En efecto, cuando accedimos desde Alfonso XI al Paseo del Prado, la marcha del Frente Cívico en la que nos habíamos integrado al principio en la Cuesta Moyano, estaba llegando a Cibeles, ¡más de dos horas después!

De vuelta hacia Córdoba, en el tren, como una aparente fatalidad que amenaza a todas las actividades reivindicativas, nos enteramos de que sobre las ocho y media (la manifestación estaba autorizada hasta las nueve) la policía había entrado en la plaza para cargar contra un grupo de violentos que provocaron a los antidisturbios con piedras y petardos. Lo que había sido una fiesta de reivindicación pacífica que nos llenó de satisfacción y sobre todo del orgullo que nació de la voluntad colectiva por recuperar la dignidad arrebatada, podría ser manipulada ofreciendo en los medios (como así ocurrió) las imágenes de esa minoría indiscutiblemente violenta, y utilizarla para justificar la intervención indiscriminada de los antidisturbios confundiendo a la opinión pública.

Hasta aquí hemos intentado contar de forma objetiva los hechos de los que fuimos testigos el sábado. Deseábamos poder consultar los medios el domingo para completar la información de qué pasó a partir de las ocho y media. Nuestros temores se confirmaron: En el telediario de las nueve (media hora después) ya se ofrecieron las imágenes y la noticia de que las marchas que empezaron pacíficas acabaron en violencia. Apenas hubo medios que separaron claramente lo que fueron las marchas por un lado de los actos violentos por otro. Sí hubo quien, basándose en experiencias anteriores, planteaba la sospecha de que, en la entrada a la calle Génova, infiltrados de la policía simularon la provocación, que secundarían los violentos, para justificar las cargas, a esa hora, con el tiempo justo para que el telediario abriera con las imágenes de la “violencia de las marchas”. A partir de ese momento nadie hablará del éxito de las marchas.

Condenamos la acción violenta de esas minorías pero hay que reconocer que hay vídeos en los que se observan actuaciones de la policía, al menos contradictorias: cargar con mucha dureza contra un grupo de marchantes pacíficos que portaban una pancarta por Recoletos. De la actuación en general de la policía y de las órdenes recibidas ha saltado una extraña polémica y denuncias del cuerpo hacia sus superiores. Aunque sobre los detenidos ya tenemos información que la justicia tendrá que dilucidar, la cuestión de los heridos no está suficientemente aclarada. Con todo lo ocurrido no dejan de hacerse interpretaciones que necesitan ser aclaradas con una investigación imparcial que será difícil que asuma el gobierno y lo que es peor: está intentando poner todos los medios para criminalizar las marchas como el disparate de querer expedientar a la organización.

Deberíamos aprender de los errores y de los riesgos que se corren con las imprevisibles derivas a que llevan las acciones violentas originadas por grupos ajenos a los fines de las marchas o por infiltrados policiales, si fuera el caso. El 22M ha gozado de una legión de voluntarios que han trabajado generosamente y con una evidente eficacia, desde la logística hasta la asistencia jurídica, para que la organización sea casi perfecta, como parece que ha sido. Pero hay que detectar los aspectos mejorables para que la eficacia sea total y para evitar que la opinión pública sea manipulada y confundida. Una primera reflexión nos lleva a proponer tres mejoras:

1.       Parece que fue un error que todas las marchas se concentraran en Atocha. ¿Por qué La Castellana estaba vacía desde el mismo límite con Colón? A los primeros que llenaron la plaza no se les podía pedir que se desplazasen hacia la Castellana, como pedía la organización, porque no es sensato pedir que se abandone la mejor posición. Lo acertado hubiera sido que las marchas del Norte de España hubieran arrancado desde un punto equidistante en el Paseo de la Castellana para confluir ambas columnas en Colón.

2.       Si se quiere convertir la lucha por los derechos cívicos en algo permanente, ha de crearse una estructura que garantice al máximo el carácter pacífico de la misma. ¿No podría crearse, no por obligación legal sino por vocación pacifista, un cordón de seguridad en los lugares estratégicos, formado por numerosos voluntarios con cualidades idóneas para detectar, contener, aislar y, en su caso, denunciar a los elementos que muestren sus intenciones violentas?

3.       Incrementar la información a los ciudadanos y ciudadanas por todos los medios posibles de una forma clara y sencilla de los fines de estos movimientos. Y aún con más ahínco para tratar de contrarrestar la masiva manipulación que elabora el sistema. Si se falsean los hechos causando una injusticia en el presente, no se puede pretender que los futuros historiadores, con la perspectiva de varios decenios, sean objetivos.


Cabe añadir por último una reflexión más: Si Cataluña ha sido capaz de formar una cadena de norte a sur de la Comunidad con la ciudadanía unida por la voluntad de decidir sobre su futuro, ¿sería posible unir todas las capitales españolas con la voluntad de que emerja la conciencia de soberanía popular?

8 comentarios:

  1. ¡Preciosa y emocionante entrada! Ilustra magníficamente lo que ocurrió en Madrid el pasado 22 de Marzo. Los que estuvimos allí vimos todo eso y sentimos la misma emoción que transmite esta entrada que ahora leo.
    El pueblo se manifestó pacífica, masiva y dignamente, pidiendo precisamente justicia y dignidad a los políticos. Algunos medios de comunicación han pretendido confundir a la opinión pública. Pero el mensaje está claro: muchísimas personas venidas de todos los puntos de España nos reunimos allí para decirle a los poderes que queremos que las cosas cambien, que no nos resignamos a lo que está pasando. Estoy segura de que habrá muchas más reivindicaciones y marchas pacíficas en lo sucesivo. Entre todos y todas podemos hacer que la dignidad se abra paso, porque, no lo olvidemos, somos mayoría. Y, de nuevo, ¡mi enhorabuena por la entrada!

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    1. P. de Córdoba:
      Es cierto que la mayoría de los medios tratan de desviar la atención y fijar el foco en la violencia que es ajena a los planteamientos de las marchas, pero el ambiente pacífico y entusiasta de más de un millón de personas no se puede silenciar. A la larga la voluntad del pueblo dará sus frutos.

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  2. Desde Cataluña, mi solidaridad con todas las marchas de la dignidad que se organicen de ahora en adelante en España, en Europa y en todo el mundo. Y nunca mejor dicho, Pepe... ¡adelante!
    "“pan, trabajo y techo para todos y todas”, “no pagar la deuda ilegítima”, contraída para salvar a la banca de las deudas que contrajo por su ambición y descontrol, “no más recortes” que empobrecen a los más pobres, y “contra la Troyca”, que ha impuesto las políticas neoliberales de la austeridad a los de abajo para mantener el enriquecimiento de los de arriba"

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    1. Jaume:
      Agradezco tu comentario y celebro que coincidamos en el sentimiento de solidaridad con quienes están siendo más perjudicados en este atraco a los pueblos. Saludos.

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  3. Hola.

    Hoy hemos estado charlando en el Rey Heredia sobre política, educación e incluso algo de religión. Ha sido un encuentro muy agradable entre personas honestas y comprometidas con el cambio social. Tal como te prometí te dejo mi comentario en tu logrado blog y el enlace con el mio. : alterglobalizacion.com

    Saludos cordiales. Javier Arias.

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    1. No sé si has recibido mi mensaje a través de la dirección cuyo enlace he usado. De todos modos, si vuelves a entras en este blog, sepas que agradezco tu comentario.
      Saludos

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  4. Excelente entrada aportando la experiencia vivida el 22M y la condena absoluta de la violencia que más tarde mostraron las imágenes.
    Acerca de los actos violentos, innumerables periodistas que cubrieron las marchas, participaron en ellas o, simplemente, curioseaban, plantean una razonable duda sobre su origen y oportunidad –a tiempo de encabezar los telediarios-. Hay hechos que ni Interior ni la Policía aclaran.
    Ruth Toledano escribe en “El diario.es”: Un mando jaleó “Vamos a por ellos coño” (….) “Las fotos que habrían quedado habrían sido las de una imponente masa de indignados. Ahora tenemos las de los destrozos y unos encapuchados que parecen manifestantes violentos, pero que ayudan a los antidistrubios a esposar a un manifestante en el suelo (mientras, por cierto, le aplastan la cabeza con un escudo policial).
    El 22M ya venía precedido por una malintencionada y exacerbada “violencia verbal” por parte de algunos políticos. (Sirva como ej. La comparación que el Presidente de la C. de Madrid hizo con el neonazi Amanecer Dorado.
    Quizá convendría saber que el hijo del golpista Tejero dirigía una unidad de antidisturbios de la Guardia Civil hasta ser destituido por celebrar en el cuartel el aniversario del 23F.
    Si esto es así y se le da el mando a personas con gran odio y desprecio por las personas y prácticas democráticas, puede explicarse el comportamiento violento de unos agentes antidisturbios a los que se inculca ese odio (ej. Un vídeo tomado en Recoletos que muestra la tremenda agresión policial a unos manifestantes que, pacíficamente, portaban una pancarta).
    Las Fuerzas de Seguridad tienen medios y experiencia más que suficiente para detectar conatos de violencia o sofocarlos de manera contenida si estos se producen. Y así debería ser puesto que son funcionarios públicos encargados de salvaguardar la seguridad de todos los ciudadanos (los pagamos todos) y “evitar” los conflictos.
    Pero, entonces, cómo justificaría el Gobierno la represora Ley de Seguridad Ciudadana que quiere imponer.
    De todas formas, es injustificable porque, según datos oficiales, de 4000 manifestaciones en 2013, solo se registraron desórdenes en 7. ¿Cabe, pues, hablar de desorden público en España?
    Por cierto, suscribo plenamente las sugerencias dadas en la “entrada” con vistas a futuras movilizaciones.

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    1. Alondra, cada vez alcanzas cotas más altas en tu estilo periodístico y en la precisión y elaboración de los contenidos.
      Enhorabuena y gracias por tus aportaciones.

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