Los gobiernos democráticos se deben a los ciudadanos, que
mediante sufragio universal les dieron el poder para que gobernaran en
beneficio del interés general. Para cumplir el mandato disponen de los recursos
que le proporcionan los impuestos de todos. El mandato constitucional obliga a
que los impuestos sean progresivos, es decir que el que más ingresos tiene
pague más, según tramos de porcentajes progresivos.
Hasta aquí todo parece justo y claro. Lo que ocurre es que
en la práctica los gobiernos se confabulan o se pliegan a las presiones de los
poderosos o comparten sus intereses y se impone la voluntad de los lobbys en perjuicio del interés general.
La Constitución y la voluntad popular quedan vulneradas. Este engaño se hace
realidad en la inflación de consejeros públicos, en los frecuentes casos de
corrupción, en el nepotismo, en el clientelismo, en los tratos preferentes a la
banca, a las eléctricas, a las petroleras, a la inversión especulativa, que en
tiempos de crisis siguen aumentando sus beneficios a costa del sacrificio de
los que menos tienen; son amnistiados defraudadores y delincuentes poderosos; se
desentienden de la regulación de su actividad económica o se legisla a su favor
en contra del pueblo – que deja de ser soberano–, por lo que legalizan una
práctica política que es ilegítima, por inmoral y nada ética. Se dice que
actúan al revés que los bandoleros del siglo XIX, porque roban a los pobres
para dárselo a los ricos: el Estado cede poder ante los intereses de la empresa
privada y de los mercados debilitando el poder de la ciudadanía que es obligada
a soportar grandes sacrificios atentando contra los derechos individuales que
proclama la Constitución, osando corromper los fundamentos de la Democracia.
Muchas personas, como consecuencia de estas políticas, se
ven en la pobreza, son desahuciadas de sus viviendas, están en el paro y sin
protección por desempleo, no pueden pagar sus tratamientos, ven reducidas sus
pensiones, pierden aceleradamente poder adquisitivo, la juventud no tiene claro
su futuro y se llega al límite de la desesperación. Cada vez, desgraciadamente,
se dan más casos de suicidio, de muertes prematuras en los casos graves de
dependencia no atendida, de extrema pobreza o de depresiones profundas. Y los
gobernantes no quieren aceptar que son ellos los responsables, directos o
indirectos, del robo y de los homicidios, que no sucederían si las leyes que
aprueban fueran dirigidas a procurar el bien común.
¿Procede llamar a esta forma de hacer política
“latrogenocidio”? Lo justo sería que fuera castigada por leyes –que tendrían
que haber sido promulgadas desarrollando los artículos constitucionales que
protegen los derechos de los ciudadanos y prohíben la especulación–, cuando los
gobiernos incumplen el espíritu y la letra de la Carta Magna.
¿Por qué el pueblo soberano permite esto? Las razones
parecen ser bastante complejas, pero hay algunos argumentos evidentes: (1). La
opinión pública la fabrican los poderosos que dominan los medios de
comunicación y crean una mentalidad favorable a sus intereses (hacen creer una
serie de dogmas sociales que se aceptan sin discusión: que no hay otra
alternativa para salir de la crisis; que hemos vivido por encima de nuestras
posibilidades; que bajar los impuestos a las grandes empresas y a los ricos
crea empleo; que la gestión privada es mejor que la pública; que los sindicatos
son unos parásitos; que los subsidios de desempleo crían vagos; que con el
control radical del déficit habrá crecimiento; que las pensiones y la sanidad son
insostenibles... –El Ejército, ¿sí es sostenible?–) (2). La educación oficial
no promueve precisamente el espíritu crítico. (3). El principio de autoridad se
impone sobre la libertad de pensamiento. (4). Existe y se potencia el aparato
represor del Estado que cercena los derechos de manifestación y expresión. (5).
Para imponer políticas contrarias al interés general se crea un estado de miedo
generalizado que paraliza al ciudadano. (6). Se decretan leyes que bloquean
toda posibilidad de protagonismo civil para recuperar la soberanía popular
cuando se corrompen los fines democráticos como viene sucediendo en los últimos
años.
Y ahora nos llega la guinda del pastel: ¿Qué creen que dice
ahora Morgan Stanley? Pues que España es el segundo país del mundo más
atractivo para invertir en 2013. La poderosa agencia que nos azuzó a los
mercados al calificar la deuda española como ruinosa y al borde de la quiebra,
ahora nos viene con esas. ¿Qué se esconde detrás de todo este aparente
sinsentido? Estamos padeciendo una nueva modalidad de guerra colonial, sin
bombas, pero mucho más eficaz: 1) Nos declaran la guerra (crisis). 2) Nos van
minando el incipiente estado del bienestar. 3) Nos ametrallan el empleo. 4) Entran
a degüello con los salarios y nos acribillan todos los derechos sociales. 5) Nos
bombardean con una legislación represiva. 6) Nos desmoralizan con la guerra
sicológica. 7) Nos culpan de la situación. 8) Consiguen que el miedo nos impida
reaccionar. Finalmente, –debilitado el Estado de Derecho con la connivencia de
los gobiernos traidores– dan la orden de entrar a saco en el país para
privatizarlo todo y aprovechar una mano de obra barata y sumisa que hará
aumentar sus beneficios. El impresentable e indecente caso de Eurovegas en
Madrid (sin olvidar lo que está pasando allí con la educación, la sanidad,
Telemadrid…) puede ser el precedente de lo que puede ir ocurriendo en toda
España.
Ahora, Morgan Stanley remata a la perfección su papel de
“la voz de su amo” (los voraces oligopolios del capitalismo más despiadado).
Así se instaurará en el mundo “civilizado” lo que Chomsky teme que va a seguir
pasando: que la plutonomía (el
sistema económico de menos del 1% de la población, riquísimos) domine impunemente
al precariado (más del 99% de la
población, cada vez más empobrecida). Esta nueva colonización no es meramente
territorial sino fundamentalmente clasista: los de arriba esclavizando a los de
abajo. Y así podemos estar por los siglos de los siglos. ¿O no?
¡Estupenda entrada! Me encantan el texto y las viñetas que lo ilustran.
ResponderEliminarMe parece clave resaltar una idea: ante tanto engaño, debemos recuperar la verdadera Democracia y el verdadero Estado de Derecho, en los que el pueblo y sus representantes deben gobernar, y no los mercados.
Creo que siguiendo el ejemplo de este blog y de otros movimiento cívicos como el 15 M, Frente Cívico, y tantos otros como ya existen, podemos conseguirlo.
Perfecta entrada que explica qué es un gobierno democrático y cómo lo pervierten políticos que, con espurios manejos, legislan y gobiernan en beneficio de una pequeña élite de ricos (1%) y superélite (0,1%) en vez de hacerlo para el bien común.
ResponderEliminarTambién expresa, con total claridad, la manipulación que hacen de todos los instrumentos a su alcance –educación, medios de comunicación…- para insistir en que estas políticas son la única salida y que hacen lo que es mejor para todos los españoles.
Pero los hechos demuestran la falacia de tal afirmación:
- Realizan recortes (sanidad, educación, no revalorización de las pensiones…) que cercenan los derechos de los ciudadanos mientras inyectan dinero (público) a la Banca.
- Recurren la subasta de medicamentos en Andalucía, en vez de implantarlo en todo el ámbito nacional.
- Culpan a los enfermos de adquirir más medicación de la necesaria en vez de exigir a los laboratorios la fabricación de envases con las dosis precisas e, incluso, monodosis.
- Crean un impuesto para la Banca con tipo cero para que las CCAA no puedan aplicar el suyo (respaldado por la Justicia).
- Recortan la educación pública pero modifican la ley para poder subvencionar a los centros concertados que separan el alumnado por sexos –que es inconstitucional-.
- En vista de los suicidios, “parchean” algo sobre los desahucios que, realmente, no arregla nada.
Y la lista sería interminable.
Por otra parte, tiene razón la M. Stanley, pues España está vendiendo sus bienes –y no al mejor postor, que ya sería malo, sino a quienes a ellos les interesa- y facilitando negocios muy dudosos en muchos aspectos (económico, social, ético…)
Entre las mafias ya existentes aquí (mafia rusa, china, Camorra…) e instalaciones como la futura Eurovegas, España va camino de convertirse en un paraíso para personas no deseables.
¡¡Claro que es un latrogenocidioventa! Y podemos pararlo si nos unimos para exigir gobiernos democráticos que se rijan por la justicia y la ética y no solo por la legalidad –tan injusta e inmoral, a veces-. Todos unidos, podemos conseguirlo.
Muy acertadas y elocuentes las viñetas.
P. de C. y A:
EliminarNo pueden ser más claros, precisos y documentados vuestros comentarios. El artículo queda así ampliado y mejor comprendido. Ya va siendo hora de que colaboréis con alguna entrada en este blog.