Por favor, Santidad, no permita que el Obispado de Córdoba se apropie de la Mezquita. Durante siete siglos ha sido usuario del monumento sin ningún problema y sin pretender ser propietario, pero los últimos obispos (desde finales de los años 90 del siglo pasado) están haciendo un esfuerzo extraordinario por apropiarse de él, infravalorar su pasado andalusí e incluso eliminar el nombre de Mezquita, obviando que fue a esta a quien la UNESCO nombró Patrimonio Universal de la Humanidad.
Para lograr sus propósitos exponen argumentos que
nada tienen que ver con el Evangelio ni con el Concilio Vaticano II y se basan
en leyes españolas “pre” o probablemente inconstitucionales (ley de 1998 del
gobierno Aznar que legalizó lo que antes era ilegal: las inmatriculaciones).
Santidad, somos muchísimas las personas, incluyendo
cristianos de base, que vemos atónitos, con incredulidad e indignación, la
voracidad de riqueza, el ansia de posesión instalada en la jerarquía
eclesiástica. Nos preguntamos cómo ha podido olvidar el modelo evangélico, el
ejemplo de Cristo: pobreza y justicia social. ¿Fundó Jesús una Iglesia para
acumular riquezas? Ha olvidado pasajes evangélicos que convendría recordar, como, entre otros: (Mt 2, 19-21; 19, 16-22, 24), (Lc 18, 18-25), (Mc
10,17-22, 25)
Vemos totalmente imprescindible inquirir sobre esta
actitud de la jerarquía de la Iglesia que, ignorando la frase de su fundador,
piensa que su Reino sí es de este mundo.
Santidad, como representante de Cristo en la Tierra,
sabemos que tiene la ingente, ardua e inalienable misión de que se cumpla su
mensaje de pobreza y, sobre todo, de justicia social, especialmente entre la
jerarquía eclesiástica, porque nada es
tan destructivo y farisaico como predicar con buenos consejos dando malos ejemplos.
Pienso que no es osadía el haberme dirigido a Su
Santidad porque lo hago desde la cercanía que me inspira su talante. Con la
cercanía, sencillez y confianza con la que se podría dirigir un creyente a
Jesús, si se lo pudiera encontrar. ¿No se indignaría al escuchar su queja como
se indignó con los mercaderes en el templo?
Carmen Moreno
Esta carta denuncia al Papa los abusos y usurpación del patrimonio público, es decir la apropiación de lo que no era suyo. La Iglesia no ha tenido ningún problema durante estos más de siete siglos para gestionar, gobernar, usar en exclusiva y disfrutar de las ayudas públicas, sin necesidad de convertirse en titular privado de la Mezquita Catedral. Lo que ahora está ocurriendo, además de ser burlado el mensaje evangélico de pobreza y compromiso espiritual y humano con las gentes, es el resultado de la connivencia de políticos antidemócratas que legislaron concediendo privilegios a los mundanos y codiciosos poderes jerárquicos eclesiásticos a costa de los derechos civiles y contra el carácter aconfesional que proclama la Constitución.
ResponderEliminarSolrío, tu comentario complementa magníficamente el contenido de la carta al evidenciar esa connivencia entre políticos antidemócratas y la avarienta jerarquía eclesiástica y, como bien dices, en un Estado que se proclama aconfesional.
Eliminar¡Preciosa entrada! Ojalá El Papa dé respuesta con actos a este requerimiento, y se solucione este tema: que la Mezquita de Córdoba siga siendo de titularidad pública. Somos muchos los que lo pedimos: este monumento histórico debe ser de todos, ni de jerarquías ni de políticos antidemócratas, debe ser del pueblo. Enhorabuena de nuevo por esta entrada, y mucho ánimo a todos, porque juntos podremos conseguirlo.
ResponderEliminarTu comentario, Puri, expresa categóricamente lo que ¡tantas! personas queremos; y no solo de Córdoba, sino de otros muchos lugares.
EliminarGracias por tu ánimo y también creo, como tú, que juntos podemos conseguirlo.