10 dic 2012

Hace 64 años



El capitalismo va en la actualidad en sentido contrario a lo proclamado el 10 de diciembre de 1948 en la Carta de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Esos derechos han sido convertidos en una mercancía. Quien no tenga dinero, tendrá cada vez más difícil en el futuro el acceso a los derechos básicos: educación, sanidad, empleo, vivienda y demás prestaciones sociales. En lugar de procurar que los países menos desarrollados se acerquen al estado de bienestar del primer mundo, se está consiguiendo que este nuestro mundo retroceda al encuentro de los países más pobres. Están tratando de convertir los estados en megamercados en donde el ciudadano es valorado como un mero cliente.
Los derechos humanos están dejando de ser la meta de las políticas sociales. Lo prioritario del estado en el capitalismo es incrementar el capital de bancos y grandes oligopolios y garantizar con el dinero de los impuestos –que burlan los ricos– el pago de la deuda que contraen en sus jugosos negocios. Para asegurar este pago, hasta la Constitución se reforma –se asalta– sin ningún problema (artículo 135).
Se dice que se están poniendo las bases para que a medio plazo se produzca la reactivación económica y la salida de la crisis. Eso es radicalmente falso porque, al menos, se van a producir dos graves efectos: uno, la miseria de muchos millones de personas; y otro, la implantación para muchos años de un sistema opresivo y de ruina económica para las clases bajas y medias con el consiguiente fracaso de las jóvenes generaciones mejor preparadas de nuestra historia. La vida que les espera va a ser muy dura.


Para confirmar el desprecio por los Derechos Humanos, basta con echar una ojeada a algunos de los artículos de la Carta:

Artículo 1: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.
Artículo 2.1: “Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.

Por si alguien cree que esto se cumple, veamos otros:

Artículo 23.1: “Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo.
Artículo 25.1: Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad.

Las políticas actuales -librémonos del chantaje de la crisis- ¿de verdad se orientan por estos principios? ¿No está claro que de forma brutal nos vienen cambiando el rumbo en los últimos años? Lo peor es que aún seguimos dudando de lo que ocurre y así no es posible el cambio.

Ver los 30 artículos de la Declaración Universal de los DerechosHumanos.

3 comentarios:

  1. Excelente entrada que nos hace ver cómo 46 años después de su “Declaración Universal”, los Derechos Humanos quedan en “papel mojado” y, en ocasiones, no solo se incumplen sino que se retrocede (especulación, cada vez mayor, de las cuotas de pesca, de otros alimentos básicos y artículos de primera necesidad…)
    Y los políticos, de cualquier nivel –estatal, municipal etc- que han de ser los veladores de su cumplimiento, muchas veces actúan de forma contraria.
    No hace mucho leí (Público.com) que el IVIMA (Instituto para la Vivienda de Madrid) está desahuciando igual que lo hacen los bancos.
    Desahuciaba, por impago, a una mujer separada, con dos hijas. Reunió el dinero de la deuda y le dijeron que tenía que irse por el bien de los demás vecinos pues era una persona conflictiva. Aportó las firmas de todos los vecinos –menos uno- que desmentían tal afirmación. No la recibían. Tampoco permitían que entrase a las citas con su asesora.
    No sé en qué habrá quedado el caso pues el desalojo era inminente pero, ¿hay algo más rocambolesco?
    Sin embargo, siendo esto totalmente lacerante, indigna aún más cuando se prepara la Reforma de las Leyes Municipales de Madrid con la que obtendrá sustanciosos beneficios fiscales –por diversas vías- un personaje tan “loable” como Adelson. ¿No es toda una aberración moral y política?
    Es indispensable la unión de todos los que perseguimos que los derechos humanos dejen de ser una “bonita teoría” y pasen a ser una práctica real. Si unidos luchamos por conseguirlo, lo lograremos.

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  2. ¡Felicidades por esta magnífica entrada en este aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos!
    Me quedo con una idea que creo que es la fundamental: los Derechos Humanos no deben ser una mercancía, deben garantizarse para todas las personas.
    Tenemos que luchar juntos para que esto se cumpla, especialmente en estos tiempos en que estos derechos están siendo más vulnerados.
    Saludos, y ¡Felices y justas Navidades para todos y todas!

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    1. A las incondicionales:
      ¡Cómo completáis el tema! Guarda estrecha relación lo que está pasando en la Comunidad de Madrid, que comentas tan bien, Alondra, con lo que resaltas, Puri, de los derechos humanos como mercancía. Si eso ocurre en un país democrático como, supuestamente, es España, qué no ocurrirá en donde mandan los tiranos. Aunque abundan los tiranos disfrazados de demócratas. Solo la voluntad unida de la mayoría puede impedir estas políticas latrogenocidas.

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