31 jul 2012

El Gigante Hambriento


Desde la particular opinión de un indignado más, observo con decepción que, al igual que en un patio de vecinos, los políticos se culpan unos a otros de ser los causantes de la crisis, como es el caso de España, sin que dejemos de tener razones para criticarlos, porque vendieron su alma al diablo. Lo grave no es discutir si son “galgos o podencos”, sino que deseen ignorar su origen y su voluntad de ocultarlo. ¿Conocemos que nuestro país, así como la mayoría de las “democracias” occidentales (sobre todo Europa), lleva muchos años haciendo política de rodillas y obligando al ciudadano a vivir arrodillado? ¿Aún no notamos que nuestra Constitución es papel mojado porque vivimos bajo un régimen colonial?: Si el Gigante Hambriento tose, sus satélites ingresan en Urgencias; de él dependemos.



El Gigante Hambriento  (G.H.) se constituye desde su origen, caso único, como “Un  Imperio-niño” (así lo llamó su fundador G.W.) que tiene que crecer a costa de apropiarse del territorio que necesite para su expansión y dominar militar y económicamente a quienes se opongan  (siguiendo el patrón histórico de todos los sistemas imperialistas). El puritanismo de los colonos fundadores les impelía a creer y propagar la idea de que los propios indios y en general los demás pueblos del planeta ansiaban ser rescatados de su ignorancia y alcanzar la libertad aunque, paradójicamente, se impusiera la necesidad de ser dominados o exterminados.

 

Sobre esto escribe Chomsky en El Imperialismo salvaje de los…: <<“Alrededor de los años veinte del siglo XIX, un juez del tribunal supremo escribió sobre esta cuestión. Decía que era un tanto extraño que a pesar de todo nuestro altruismo y nuestro amor por los indios, estos se agostaran y se dispersaran como “las hojas de otoño”. ¿Cómo era posible? Añadía que la divina voluntad de la providencia “trasciende la comprensión humana”. Es la voluntad de Dios. No podemos aspirar a entenderla. Esa concepción  –llamada providencialismo–  consistente en pensar que obedecemos invariablemente la voluntad de Dios ha llegado hasta el presente. Hagamos lo que hagamos, estamos obedeciendo la voluntad de Dios.”>> ¿No suenan estas palabras a las de Bush cuando decidió invadir Irak?



¿Qué relación guarda esto con la crisis que mencionábamos al 
principio? Desde 1933 (comienzo de la regulación para evitar el estallido de otra burbuja bancaria como la de la Gran Depresión) hasta finales de la década de los setenta, el G.H. vivió su “época dorada del capitalismo” de Estado. Esto supuso, con la regulación de los mercados especulativos, un cierto avance de los derechos sociales, que coincidieron con la creación del estado del bienestar en la Europa socialdemócrata. Esta política estatal impidió la aparición de otra burbuja financiera hasta que en los años ochenta comienza un giro radical en las políticas económicas del G.H y de G.B.: Con el apoyo a la banca “a la japonesa” (si la banca pierde el contribuyente paga) y la desregulación del mercado de las finanzas (que se reafirma durante el mandato de Clinton y sucesivos presidentes hasta nuestros días), las rentas del capital irán superando a las rentas del trabajo. Esto quiere decir que la economía productiva, la real, va siendo desplazada por la economía financiera, la especulativa, la del encumbramiento de una clase de ricos que van a acumular más riqueza y poder con la gran burbuja de las finanzas, los seguros, los fondos de inversión, los negocios inmobiliarios, las hipotecas basura, lo que le proporcionaba el dominio sobre los mercados, la banca y el poder político, con el empobrecimiento progresivo de las clases menos afortunadas. Se implanta una especie de gigantesca mafia legal en que los programas liberales del Estado y los intereses de las grandes empresas de las finanzas tienden a confundirse. Es la llamada, erróneamente,  “segunda edad dorada”. El sistema también “entusiasmó”  a Europa.

Pertrechada la oligarquía con tanto poder económico, costean las campañas de los que van a gobernar el G.H., los senadores, los congresistas, los legisladores… Así, El Imperio-niño se convirtió en el G.H. en el que sus gobernantes están comprometidos y se identifican con los intereses y la codicia del uno por ciento de la población superrrica que necesita extender los tentáculos de su imperio económico al resto de los países. La deuda pública de los países dependientes del G.H. y las materias primas y energéticas ajenas son el gran botín que hay que aprovechar para aliviar la enorme deuda que crea la política exterior y de defensa del G.H. (centenares de bases militares, ocupación geoestratégica y alianzas de dominio), sin la cual el destino divino de controlar el mundo para “imponer la libertad de los pueblos” y defenderlos de los  comunistas ateos (“durante la guerra fría”), enemigos de la libertad,  y de los terroristas del “eje del mal” (tras la caída del muro de Berlín), sería imposible.


      
                                                   
Los técnicos de las finanzas van a manejar el poder político y económico mundial desde Wall Street (también desde la City). Para hacer frente a la deuda pública galopante del G.H. existen instrumentos muy poderosos con los que se persigue traspasar parte de los efectos de la deuda propia a los países de su influencia. Esos instrumentos son: 1. El control sobre el sistema monetario mundial (la Reserva Federal con la “maquinita de hacer dinero” le permite comprar, a través de la banca, su deuda pública y evitar que se especule con ella, al mismo tiempo que se ve reducida la deuda exterior). 2. El control sobre los mercados de deuda y derivados (las Agencias de calificación, que se identifican con los intereses de G.H., señalan con el mayor descaro los países que están en peor situación para iniciar el asalto a su deuda pública provocando su saqueo y la necesidad de recortar los presupuestos para equilibrar el déficit sin tocar las grandes fortunas de las que las oligarquías de G.H. forman parte a través de la gran banca y las empresas multinacionales; resulta sospechoso que, por el contrario, agencias independientes den la misma calificación a G.H. a Gran Bretaña y a España). 3. El Fondo Monetario Internacional que, favoreciendo los intereses de quien manda, ha provocado la quiebra de países en beneficio del G.H. (No estaría de más leer “Por el bien del Imperio”, de Josep Fontana; “El malestar en la globalización”, de Joseph Stiglitz; “Acabad ya con esta crisis”, de Paul Krugman; alguno de los artículos de Noam Chomsky, o de otros autores, como Vicenç Navarro, por ejemplo).


Las consecuencias de este control son que el modelo de liberalización de capitales y de libre mercado de G.H. se impone en los países de su órbita, que, en medio del estallido de la burbuja inmobiliaria, ven cómo cambian de manos los ahorros y desaparece poco a poco el estado del bienestar, que no es mantener un lujoso nivel de vida sino disponer, con los impuestos y el sacrificio de las clases medias y trabajadoras (los ricos tienen sus paraísos fiscales y sus privilegios), de educación, sanidad, atención a la dependencia, sistema de pensiones y demás prestaciones sociales para todos: es decir, que el Estado democrático cumpla su función social. Otros países no dependientes del G.H. (los llamados BRIC) no están padeciendo la crisis, al contrario, sus economías emergentes obtienen un crecimiento entre el 5% y el 10%. ¡Quién lo pillara! Con todas las garantías medioambientales, claro. Pero no hay que olvidar la crisis endémica que padecen los mil millones de habitantes del planeta cuyas economías se ven asfixiadas en este mercado libre que impone la OMC. 

La relación entre G.H. y los países de su órbita no es de igual a igual, sino de dependencia: una conversación de G.H. con Berlín pone en marcha su depredadora voluntad (por ejemplo, quitar o poner presidentes en países democráticos como Italia o Grecia; sin hablar de lo que aún sigue ocurriendo con el resto del mundo). Siempre temeroso de que los efectos del rebote de la crisis que provocaron les retrase la recuperación económica y afecte al inminente proceso electoral. En el caso de Madrid, una simple llamada impone una rectificación del programa del gobierno y hasta entra como por su casa para que se reforme la Constitución sin el refrendo de los ciudadanos. ¿Democracia?

La crisis que inició el G.H. en 2007 saltó a Europa donde Berlín defiende los mismos intereses y, bajo la mirada vigilante de GH, sigue la misma senda de imponer políticas antisociales para acaparar riqueza mediante los mismos métodos especulativos de su banca (incluido “su” B.C.E.) y su poderosa industria químico-farmacéutica. En nuestro país, la oligarquía especulativa, que hizo su agosto con la burbuja del ladrillo, representada por la banca y las empresas filiales (parasitadas por multinacionales) reciben ríos de ayudas económicas para que no dejen de pagar a su acreedora banca alemana (que se benefició del gran negocio inmobiliario) y para cubrir el enriquecimiento, las corrupciones y el despilfarro que han de pagar todos los ciudadanos, unido a la pérdida progresiva del poder adquisitivo que se viene padeciendo por culpa de la reforma laboral, de los eternos recortes y de la injusta subida de impuestos indirectos.

El saqueo que padecemos los países que con desprecio somos apodados PIGS(+I) ¿puede llegar a su fin cuando bancos y empresas financieras (los etéreos mercados), conseguidos suculentos beneficios, dejen de comprar deuda porque teman que los estados en crisis no puedan devolverla por el alto coste de los intereses y por no poder hacer frente al aval que injustamente se exige por los rescates de la banca? El saqueo, que no la crisis, nos podría llevar a la bancarrota o a la salida del euro, cosa que alertaría a los acreedores (sobre todo la banca alemana de forma indirecta) que podrían tratar de evitarlo en el último momento. Pero siempre resulta peligroso jugar con fuego. La situación, en todo caso, supondría más empobrecimiento para los de abajo y mayor riqueza para los de arriba, mientras que los ciudadanos no quieran despertar.

Se propaga la dura consigna de que para salir de la crisis cada ciudadano se tiene que esforzar más. Todos los mensajes inducen a hacernos creer que “toda” la culpa la tiene el anterior gobierno, o el anterior del anterior (complicidad y fraude electoral no les ha faltado a tanto político delincuente); que los ciudadanos tenemos lo que merecemos porque hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Esta falacia trata de ocultar la realidad de que los poderosos van aumentando su capacidad de vivir a costa del trabajador. Se nos dice que con nuestro sacrificio saldremos de la crisis. Y de la crisis se saldrá, y dirán que llevaban razón con sus políticas ya que la máquina capitalista querrán tenerla en forma de nuevo. Lo que no quieren ver, ni parece importarles, es cuántas víctimas quedarán por el camino (paro, empobrecimiento, depresiones y muertes prematuras por la desatención y la angustiosa situación económica). Mientras, nuestros gobernantes, con ligeras diferencias en la política social entre los que se alternan en el ejecutivo, siguen dándonos muletazos de rodillas mirando al tendido en donde están los señores del puro y la chistera que seguirán por encima de lo que finalmente quede de las democracias.

Aunque muchos políticos sean impresentables, la POLÍTICA democrática tiene que volver a las manos de los ciudadanos libres para confiársela con nuestro voto y con nuestra vigilancia responsable a políticos honestos. Salir de la humillante dependencia genuflexa del G.H. y de las garras de la oligarquía de la U.E. es la única manera de romper el círculo vicioso en el que estamos atrapados. No nos será fácil a los esclavos en que nos han convertido encontrar el modo de  romper las cadenas con que nos atan los amos del euro y del dólar. Aunque cualquier salida sería muy difícil y dolorosa para los ciudadanos, hay que empezar a intentarlo. El 15-M y el Frente Cívico, si no se contaminan con siglas de ideologías descarriladas, podrían ser una buena vía para proponer y exigir programas y representantes dignos. ¿Lo conseguiremos?

4 comentarios:

  1. ¡Estupenda entrada! Resulta interesantísima la explicación que da de la historia de nuestra crisis, la de los ciudadanos, aprisionados entre el euro y el dólar. Como bien dice, la "Política Democrática" debe volver a las manos de los ciudadanos libres. Estoy totalmente de acuerdo con lo que propone acerca de las iniciativas del 15-M y el Frente Cívico. No debemos rendirnos, porque entre todos y todas podemos conseguirlo.
    ¡Enhorabuena, y mucho ánimo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, PdeC, el destino de los países no debería enejenársele al pueblo. Algo se mueve para que esto se resuelva. Y, efectivamente, el Frente Cívico es una propuesta para organizarse y proponer programas entre la mayoría de los ciudadanos que quieren que las cosas cambien.

      Eliminar
  2. Magnífica entrada explicando sin ambages el porqué de la crisis y presentando al desnudo una realidad política, social y económica que los dirigentes políticos tratan de arropar, a toda costa, con falacias y eufemismos con el fin de que al “pueblo” le llegue adulterada.
    Por eso, el “pueblo”, esa “mayoría”, tiene que actuar frente a la “minoría” oligárquica y poderosa que pretende poner a su servicio los bienes y el bienestar de la mayoría.
    Hay que empezar a movilizarse tomando el tiempo necesario para que tal movilización dé sus frutos; pero sin pausa porque ese “Robin Hood al revés” se ha instalado ya en Comunidades como Madrid.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Agradezco tu comentario, Alondra, y la agudeza con la que expones tus ideas sobre la situación actual. Si tu ejemplo se multiplicara, el movimiento de reacción caminaría hacia el éxito seguro.Esperemos que esa mayoría perjudicada sea también la mayoría rebelde.

      Eliminar